Tal vez, en este punto y para su tiempo, La mano en la trampa debió servir al
menos para visibilizar, que en esa Argentina desarrollista, la mujer ya no
debería someterse a matrimonios por conveniencia, dominancias, engaños y
apariencias. No obstante, el filme da claro mensaje de cómo el conservadurismo
familiar ha blindado a la joven a la posibilidad de descubrir cambios u
opciones. Por otro lado, su manera de resolver, si se puede entender de esa
manera, su relación mujer-varón es solo un intento hueco repleto de dudas más
que de objetivos precisos y ciertamente como desvinculada de la experiencia
social. Es cuando el filme se erige en un registro de una realidad pasada que
no debe ser nunca más presente. Los climas de encierro de los relatos de esta
etapa del cine de Torre Nilsson tienen, no obstante, una total relación con la
imagen de una mujer que en muchos casos ha entrado, desde fines de los
cincuenta y de cara a los sesenta, en profundas crisis.
Desde lo
concreto de la operatoria cinematográfica las casas son los recursos materiales
que constituyen un acotamiento que se vislumbra en La casa del ángel (1957), con los ambientes que no reciben luz del
exterior, los corredores, las puertas cerradas y hasta la figura del ángel que
parece dominar la escena desde la altura. Pero, más allá de todo, la
protagonista, Ana, tampoco es libre en el mundo exterior que ocasionalmente ve,
siempre se la observa acosada por las convenciones familiares que parecen
pronunciarse rejas adentro de la mansión. La historia de Albertina en La caída (1959) también sirve para
ejemplificar, ha abandonado el círculo familiar de las tías para estudiar y
llegar a otra vida distinta. La llegada a esa vivienda cercana a su facultad
como inquilina la termina atrapando en un juego extraño donde la bondad se
mezcla con lo malo y lo perverso. En La
mano en la trampa el desvencijado caserón de los Lavigne el que
silenciosamente configura un clima de sofocación en la joven Laura, ejerce una
presión constante sobre ella y adquiere cada vez más protagonismo a medida que
avanza la trama. Críticos o investigadores como Leyrós (2014) han expresado que
esta trilogía de un cine de encierro es, sin duda, la obra más lograda estética
y conceptualmente por Torre Nilsson y que solo tiene tal vez algún reflejo
posterior en La Terraza (1962).
Lo particular
es llegar a abordar la idea de una producción entre 1957 y 1961 que parece
circular en sentido contrario de una sociedad argentina donde lo privado e
íntimo comienza a diluirse, en parte, para dar paso a manifestaciones más
libres y abiertas. Pero no obstante esta etapa de una cultura moderna tiene
manifiestas contradicciones y quiebres de una linealidad unidireccional. Las
tendencias artísticas, a partir de fines de los cincuenta, si bien no
destituyen totalmente las antiguas praxis, producen cambios notables. Dentro de
esa pluralidad con idas y vueltas, que no excluyó seguramente al cine, es que
se puede ubicar entonces más cómodamente esa ya célebre trilogía de encierro de
Torre Nilsson. Una obra que le otorgó con sus protagonistas: Ana, Albertina,
Laura y las antiguas casas, el favor de un sector de público preocupado por la
cultura y fundamentalmente por acercarse a un cine distinto.
Jorge
Jofre. 2023.
Fragmento
de Jofre, J. (junio de 2022 – diciembre de 2022).” El cine argentino en un contexto
sociocultural desarrollista. Un breve estudio de nuevas formas narrativas.” Revista Antigua Matanza. UNLAM.
https://antigua.unlam.edu.ar/index.php/antigua_matanza/article/view/119/554
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