jueves, 12 de abril de 2018

El rey del Once.




Un filme del director Daniel Burman; parece haber concentrado su temática en una pequeña historia donde el drama y la comedia van de la mano en la construcción de un relato centrado en el legado paterno.



Ariel (Alan Sabbagh), graduado en economía, regresa por unos días a la Argentina. Retorna a un Once plagado de comercios y potenciales compradores; al territorio de Usher (su padre), que  ayuda a necesitados  de la comunidad judía con comida y remedios desde la Fundación : una atípica organización que funciona en un deteriorado local de Once .Poco a poco, los encargos telefónicos de su padre (al cual solo ve físicamente en el final), la relación con Eva (una empleada de la fundación) y el reencuentro con viejos conocidos y con las costumbres y rituales de la comunidad judía: lo llevan a Ariel a tomar la decisión de quedarse.
En  “Un crisantemo estalla en cinco esquinas” (1997) un Burman muy joven nos mostraba a un Erasmo abandonado por sus padres; en “El abrazo partido”  (2004) se hace patente el abandono paterno; en “El nido vacío” (2008) lo que le pasa a un padre tras la partida de los hijos. Ahora en “El rey del Once”, el director desliza la mirada hacia otra cuestión en la relación padre-hijo: el reencuentro. . La sonrisa de Usher (en una de las secuencias finales) a espaldas de Ariel evidencia la felicidad del padre. Sonrisa que aprueba, sin mediar palabra alguna, a un Ariel que ahora no solo maneja entonces el viejo Citroën por las calles del Once sino que también parece encaminarse tras los pasos de la labor solidaria de su progenitor.
Burman parece parafrasear en este punto aquella enorme (por el contenido) obra de Rembrandt Van Rijn: El retorno del hijo pródigo. Pese a que sepamos que Ariel y Usher no se abrazan como los personajes del cuadro, pese a la inexistencia en el filme de un hermano del protagonista, el enunciado del reencuentro se hace presente. “Debí caer en la cuenta de que a lo que estas llamado es a ser el padre...” escribe el sacerdote cristiano Nouwen en una larga reflexión sobre este cuadro.
“El rey del Once”  es sin duda un pequeño relato de vida, de padres e hijos, con algo de drama existencial y algo de humor. Con elementos que nos recuerda por momentos en ese aspecto al cine tragicómico de Szifron o el español Alex de la Iglesia.  Pero aún por sobre esa circunstancia cinematográfica el filme es el pequeño relato de un rencuentro;  un Ariel que descubre en su regreso que esta llamado “a ser el padre”.

Jorge Jofre. 2018. 
Publicado en " El Termómetro"  de Pilar.