jueves, 3 de agosto de 2017

Animé: Casi una anomalía televisiva.



                                               



  Jorge Jofre.

En vacaciones de invierno del 2016, el espacio  MALBA Cine, se propuso proyectar una serie de Animé que conforman  un recorrido histórico del género. Aún a un año de tal evento la reflexión es válida; es redescubrir un movimiento distinto.
            
                                                          

Desde sus primeras expresiones  hacia mediados de los ´ 60 hasta los postreros trabajos de Hayao Miyazaki; el amplio panorama de realizaciones proyectadas nos posibilita llegar a comprender un poco más a Los caballeros del zodíaco, Mazinger Z o El viaje de Chihiro; así como también aceptar la idea de un tiempo de animación con una verdadera economía de cuadros.
La gacetilla de promoción del ciclo de animé del MALBA,  se refiere inicialmente al animé, como un género que comenzó siendo una :“anomalía en la televisión argentina de los 70, dominada por los dibujos animados de Hanna& Barbera. Esto era distinto: los ojos de todos los personajes eran inmensos, el humor era desconcertante y los extremos emocionales desafiaban al más caldeado melodrama mexicano”. Sin duda que no puedo dejar de reconocer que los rasgos expresados en el texto son claramente distintivos del animé y se hallan definidamente presente en el material seleccionado para ese ciclo de invierno del 2016 ; pero creo que hay otro elemento de gran importancia en lo que hace a la diferencia: la economía de cuadros dibujados.


Si bien los dibujos de Hanna & Barbera dominaban las mañanas y las tardes televisivas  argentinas convocando la presencia ante el aparato de los niños (y en ocasiones los no tan niños), recibían tal tipo de emisiones animadas televisivas duras críticas por aquellos que se habían criado frente a las imágenes en movimiento de Disney o El pájaro loco.  Los picapiedras o Sccoby Doo se veían muy distintos: imágenes de mayor síntesis que no buscaban generar veracidad absoluta. Son imágenes que parecen dejarnos en claro que esas creaciones de Hanna& Barbero son fantasía, aunque su movimiento fuere casi semejante al real.
 Es en ese panorama que irrumpe el animé en la argentina; un dibujo de animación que  más allá de los rasgos expresados en la gacetilla en todo telespectador exhibe una verdadera economía de cuadros: apenas unos 8 por segundo. Creo recordar que en el cine mudo en el que reconocemos siempre cierta anomalía de los movimientos, los cuadros, no superaban los 18 en un segundo. El cine sonoro o la televisión Pal N trascenderá la barrera de los 20 cuadros por segundo, dejándonos casi una idea de que el movimiento es real. Allí es cuando aparece ese animé de no más de 8 cuadros por segundo capaz de mover escenarios al modo de un vehículo; de mostrar robots o superhéroes deslizándose por sobre una pantalla fija; de simular diálogos donde los personajes  solo mueven su boca al hablar.
El ciclo de Cine MALBA, me permitió en su momento  redescubrir desde otro costado, esa suerte de  anomalía, que de los 70 en adelante pudimos ver en nuestra televisión; ese movimiento que hace que el animé sea animé.

Publicado 2016. El Termómetro de Pilar.
jofrejorge2000@hotmail.com






jueves, 25 de mayo de 2017

Breaking bad: como un diamante facetado





   jofrejorge2000@hotmail.com


Catalogada por Metacritic e instituciones que analizan la TV como una de las mejores series de todos los tiempos, Breaking bad,  se presta para ser analizada desde distintas y singulares perspectivas.





Durante cinco temporadas (2008-2012), Breaking bad se encargó de contar la vida de Walter White (Brian Cranston), un profesor de química de Albuquerque (Nueva México) que además de los problemas económicos usuales en él, se entera que tiene un cáncer de pulmón no operable. Aparentemente para mejorar su economía, junto con JessePinkman (Aarón Paul) , un antiguo alumno suyo comienza a “ cocinar” metanfetamina. Primero lo harán solos, distribuyendo mediante un precario sistema. Luego Gustavo Frink les ofrecerá trabajar para él a gran escala y “cocinando”  en un enorme y completo laboratorio. “Los pollos hermanos”, un negocio de comidas rápidas será la fachada de Frink para disimular ante los investigadores policiales.
Con el correr del relato,Vince Gilligan (guionista y director) nos va mostrando casi en complicidad con el espectador a un Walter White que va acentuando una personalidad cada vez más poco confiable aún en lo que respecta a su propia familia. Miente compulsivamente con o sin necesidad de hacerlo; especula con las situaciones que se presentan con llamativa frialdad. Deja morir personas sin pretender salvarlas; incita al crimen y al delito y también mata si lo considera necesario en pos de su objetivo.  Gilligan lo muestra cada vez más cercano a la maldad del Mr Hyde stevensoniano, personaje con que los críticos han creído resumir el perfil final de Walter White.
Breaking bad es metafóricamente hablando como un diamante facetado, con múltiples caras y aristas. Un diamante que en cada una de sus caras esconde algún secreto o alguna sorpresa. Cada capítulo parece cerrarse en sí mismo en un final repentino y no esperado; confirma no obstante el derrotero de un Walter White cada vez másoscuro; cada vez más imposibilitado de ser el héroe admirado de la serie. La envidia que uno le pudo tener en el comienzo por esa capacidad resolutiva se trastoca paso a paso en asombro ilimitado: hasta donde es capaz de llegar un hombre en su afán de autosatisfacción. Situación que confirma en el último capítulo cuando le dice a Skyler, su propia esposa, durante una suerte de despedida final. . “Lo hice por mí. Me gustó”.
El final de Walter White es tan previsible como el vértice  en que concluye la culata de ese metafórico diamante: con la droga no solo pierde el que consume sino también quién la vende o la produce.


 Publicado en  Periódico " El Termómetro" . Pilar. 2016.
Jorge Jofre. mayo 2017.