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Catalogada por
Metacritic e instituciones que analizan la TV como una de las mejores series de
todos los tiempos, Breaking bad, se
presta para ser analizada desde distintas y singulares perspectivas.
Durante cinco
temporadas (2008-2012), Breaking bad
se encargó de contar la vida de Walter White (Brian Cranston), un profesor de
química de Albuquerque (Nueva México) que además de los problemas económicos
usuales en él, se entera que tiene un cáncer de pulmón no operable.
Aparentemente para mejorar su economía, junto con JessePinkman (Aarón Paul) , un
antiguo alumno suyo comienza a “ cocinar” metanfetamina. Primero lo harán solos,
distribuyendo mediante un precario sistema. Luego Gustavo Frink les ofrecerá
trabajar para él a gran escala y “cocinando” en un enorme y completo laboratorio. “Los pollos hermanos”, un negocio de
comidas rápidas será la fachada de Frink para disimular ante los investigadores
policiales.
Con el correr del
relato,Vince Gilligan (guionista y director) nos va mostrando casi en
complicidad con el espectador a un Walter White que va acentuando una
personalidad cada vez más poco confiable aún en lo que respecta a su propia familia.
Miente compulsivamente con o sin necesidad de hacerlo; especula con las
situaciones que se presentan con llamativa frialdad. Deja morir personas sin
pretender salvarlas; incita al crimen y al delito y también mata si lo considera
necesario en pos de su objetivo. Gilligan lo muestra cada vez más cercano a la
maldad del Mr Hyde stevensoniano, personaje con que los críticos han creído resumir el perfil final de Walter White.
Breaking
bad
es metafóricamente hablando como un diamante facetado, con múltiples caras y
aristas. Un diamante que en cada una de sus caras esconde algún secreto o
alguna sorpresa. Cada capítulo parece cerrarse en sí mismo en un final
repentino y no esperado; confirma no obstante el derrotero de un Walter White
cada vez másoscuro; cada vez más imposibilitado de ser el héroe admirado de la
serie. La envidia que uno le pudo tener en el comienzo por esa capacidad
resolutiva se trastoca paso a paso en asombro ilimitado: hasta donde es capaz
de llegar un hombre en su afán de autosatisfacción. Situación que confirma en
el último capítulo cuando le dice a Skyler, su propia esposa, durante una suerte
de despedida final. . “Lo hice por mí. Me
gustó”.
El final de Walter
White es tan previsible como el vértice en que concluye la culata de ese metafórico
diamante: con la droga no solo pierde el que consume sino también quién la
vende o la produce.
Publicado en Periódico " El Termómetro" . Pilar. 2016.
Jorge Jofre. mayo 2017.